If you are traveling or plan to travel South East Asia with kids, then you must make time and take them to an elephant sanctuary in northern Thailand. Last year (July 2017) our trip was all traced out to take the kids to live this once in a lifetime experience.
I grew up going to the circus which installed themselves in some grounds near to my house in my native Chile. The arrival of national or foreign circus in the area was a huge excitement mainly all to see two animals; the ferocious lion and the huge elephants. As soon as the circus had installed in the area, the previous evening before their debut, there was an open entrance to the grounds to see these two magnificent animals from far away lands.
Now that I live in China, the opportunity not only to see the elephants, but also be able to touch them and spend an entire evening with them was a plan made to satisfy the kid still in me as well to provide my own children the chance to live a wonderful experience.
After much researching, the place that offered the best experience had been chosen in the outskirts of Chiang Mai in northern Thailand. The many companies offering services for the experience were many. We had researched and learned that many companies did not operate very ethically in regards to the treatment of these beautiful animals. We had learned that riding them was not healthy for their health and the many reviews of customers and very knowledgeable people had written regarding the treatment received from the part of many of those companies.
After pondering a while about what we had learned, we had made our choice. The place would be at Elephant Jungle Sanctuary, a place that according to reviews, it doesn’t allow people to ride their elephants, treats them ethically by rescuing elephants from hard labor and from enslaved areas with poor treatment and also educates people about them. The place seemed just perfect for not only us adults, but also for my kids to have a great fun experience with education in mind.
We had arrived in Chiang Mai, Thailand the day before and after resting well, a truck from the sanctuary had picked us up early in the morning to take us to the place. We had not told the kids about the plan, so it was all a surprise. Riding about 30 minutes out of the city, we had entered a rough dirt road that had the kids somewhat thrilled about the place and activity, but their excitement was also evident.
After arriving at the highest peak of the hill, we had begun to descend and right before arriving at the camp, the kids and other people traveling with us on the back of the truck began to shout out after seeing some elephants roaming free in the area.
We had enjoyed a short lesson on how the sanctuary worked, their mission and how we should behave in front of the elephants. We had been given a traditional woven shirt to make the experience even more complete and somewhat having a native touch. After feeding cut sugar cane sticks to the elephants and preparing a mash of food for them, which they anxiously waited for, the best part was on its way, bathing them on the river pond.
The Elephants loved being bathed on the mud, being rubbed with it by all of us and splashing water at them. The kids had the experience to touch and live a moment with these incredible animals and we adults felt once more like kids. It had been a great experience for all of us.
Visitando un santuario de elefantes con niños en Tailandia
Si está viajando o planea viajar al sudeste asiático con niños, debe tomarse un tiempo y llevarlos a un santuario de elefantes en el norte de Tailandia. El año pasado (julio de 2017) trazamos nuestro viaje por Asia para llevar mis niños a vivir esta experiencia única en la vida.
Crecí yendo al circo que siempre se instalaba en algunos terrenos cercanos a mi casa en mi país natal. La llegada del circo nacional o extranjero a la zona siempre era una gran emoción, principalmente para ver dos animales; el león feroz y los enormes elefantes. Tan pronto como el circo se había instalado en la zona, la noche anterior a su debut, había una entrada abierta a los terrenos para ver a estos dos magníficos animales de tierras lejanas.
Ahora que vivo en China, la oportunidad no solo de volver a ver a los elefantes, pero también de poder tocarlos y pasar todo un día con ellos fue un plan hecho para satisfacer tanto al niño que aún vive en mí, como también ofrecerles a mis propios hijos la oportunidad de vivir una experiencia maravillosa
Después de mucha investigación, habíamos elegido el lugar que ofrecía la mejor experiencia en las afueras de Chiang Mai en el norte de Tailandia. Las muchas compañías que ofrecían servicios para esta experiencia parecían agobiar nuestra mente. Investigamos y aprendimos que muchas empresas no operaban de forma muy ética en lo que respecta al tratamiento de estos hermosos animales. También habíamos aprendido que montarlos no era saludable para los elefantes y las numerosas reseñas de clientes y personas muy conocedoras habían escrito sobre el trato recibido por parte de muchas de esas compañías.
Después de reflexionar un rato sobre lo que habíamos aprendido, habíamos hecho nuestra elección. El lugar sería el Elephant Jungle Sanctuary, un lugar que, según las reseñas, no permite a las personas montar sus elefantes, los trata éticamente bien, rescatándolos del trabajo forzado y de las áreas donde son esclavizados y también un lugar que educa a las personas sobre los elefantes. El lugar parecía perfecto no solo para nosotros los adultos, sino también para que mis hijos tuvieran una experiencia divertida y educativa.
Llegamos a Chiang Mai, Tailandia el día anterior y después de descansar bien, un camión del santuario nos recogió temprano en la mañana para llevarnos al lugar. No les habíamos dicho a los niños sobre el plan, así que fue una sorpresa. A unos 90 minutos de la ciudad, entramos en un camino de tierra, que hizo que los niños se emocionasen un poco con el lugar y la actividad. Su entusiasmo también fue evidente.
Después de llegar a la cima más alta de la colina, comenzamos a descender y justo antes de llegar al campamento, los niños y otras personas que viajaban con nosotros en la parte trasera del camión comenzaron a gritar después de ver a los elefantes vagando libremente por la zona.
Durante nuestra visita habíamos disfrutado de una breve lección sobre cómo funcionaba el santuario, su misión y cómo debíamos comportarnos frente a los elefantes. Nos habían regalado una camisa tejida tradicional para que la experiencia fuera aún más completa y que le daba un toque nativo. después de alimentar a los elefantes con pedazos de caña de azúcar y prepararles un puré de comida, lo cual esperaban ansiosamente, la mejor parte estaba en camino, bañarlos en el estanque del río.
A los Elefantes les encantaba que los bañáramos en el lodo, que los frotáramos con nuestras manos y que les arrojáramos agua para enjuagarlos. Los niños tuvieron la experiencia de tocar y vivir un momento con estos increíbles animales y los adultos volvimos a sentirnos como niños una vez más. Fue una gran experiencia para todos nosotros.
Sources:
Fuente: