“He who has never been to the Great Wall is not a true man” (不到长城非好汉)
– Mao Zedong
As it was once said by Chairman Mao Zedong “He who has never been to the Great Wall is not a true man”, once arriving in this huge country, it was clear; I had to visit this majestic man-made architectural wonder.
I had always thought of traveling abroad, but China was honestly not in my top 10 countries to visit. Life had suddenly changed and in a matter of months, I found myself teaching English and Spanish in this great country. People had been friendly to me from day one and really felt welcome; of course, as in all other countries I had visited before, in order to get a smile, you must smile first. This is one of the main falls of many tourist or people that travel to live in a foreign land. Many expect to be received as a celebrity would, just because they hold a passport from a Wold Power country and that is the wrong attitude.
Anyway, after settling in China in July 2015, I had worked for about three months and the first National holiday had arrived in October. A whole week off was enough time to plan my first trip to the Great Wall of China. I had to visit this place before the cold weather of the winter. I could only describe the visit as a wonderful experience. I have always been a fan of hiking and camping in the open outdoors and this was a perfect opportunity.
The experience remained in my mind the entire School year and by the following summer break, I was already making plans on returning to the same spot, a deteriorated watch tower of an almost abandoned section of the Great Wall on the Province of Hebei, about 3 hours north of the capital Beijing.
In October 2017, After traveling from Shanghai to Beijing on the bullet train for about 5 hours, my girlfriend and I had comfortably arrived in the capital city. We had planned our stay at a hostel near the bus station, where the next day we would take the bus to the small town of Gubeikou, where once you approach the town, you can see the strip of the abandoned ancient wall on the mountains across the highway.
After planning to do the strenuous hike of almost 4 hours right after arriving in the town, our plan had changed. The almost 3 hours in public buses had left us exhausted, we had opted to spend a night at a bed and breakfast in Gubeikou. The evening had been pleasant. After leaving our packs in the B&B, we had gone out for a walk and in search of dinner. The choices were limited and we had settled for traditional local food in a restaurant by the main highway. After dinner, we continued walking around town and had gone to bed early.
The next morning, the friendly owners of the home we had stayed awaited us with homemade breakfast. Boiled eggs, white rice, vegetables and fermented tofu, along with tea. It was a light breakfast and enough for us to begin our hike up the mountain towards our home for the next two nights. We had packed enough food to last us for our planned stay. All we needed was to buy enough water for the following days. The challenge had begun the moment we had purchased those two 5 liter jugs and an extra three bottles of 1.5 liters as our weight to carry had increased very much.
Our walk for the first 2 kilometers across the highway and into a small vicinity, passing the bridge towards the mountain had been ok. The difficult part began the moment we crossed the railway at the edge of the hill and into some steep terrain. With luck the weather had proven to be on our side, being cool enough to refresh us with some gusts of wind from time to time during our ascend. My girlfriend had never hiked a mountain before and the experience proved to be challenging each step of the way.
We had to stop several times to rest and rehydrate and on each stop, we noticed that the with each step the view turned even more amazing. It was all worth it. The almost 4 hours of hiking through the small rocky path and steep like almost any other I had faced before, we had finally reached our home in the wild.
The watchtower that had probably seen many battles throughout history and could itself tell a story longer than any book ever written was empty and available waiting for us. Unfortunately, we could not book it online and the only way to know if it would be possible for us to stay there was to arrive there. Had it been occupied by other adventurous hikers, the only solution was for us to continue uphill to the next watchtower in the hopes of finding an empty area to set our tent.
The experience had been once again incredible. We had enjoyed a unique place, where we had not only camped two nights there, but we had also enjoyed an incredible view and as well the incomparable tranquility of a place that had probably been a point of much violence and battles. I had returned home with a sense of peace.
La gran muralla china
Como dijo una vez el presidente Mao Zedong: “El que nunca ha estado en la Gran Muralla no es un verdadero hombre” (不到长城非好汉), una vez que llegue a este gran país, estaba claro, tenía que visitar esta majestuosa maravilla arquitectónica creada cientos de años atrás a fuerza bruta.
Siempre pensé en viajar al extranjero, pero China honestamente no estaba entre mis primeros 10 países por visitar. A principios del año 2015 el curso de la vida cambió repentinamente y en cuestión de meses, me encontraba enseñando inglés y español en este gran país. La gente había sido amable conmigo desde el primer día y realmente me sentí bienvenido. Por supuesto, como en todos los otros países que había visitado antes, para recibir una sonrisa, debes sonreír primero. En mi opinión, este es uno de los errores principales que muchos turistas o personas que viajan para vivir en un país extranjero cometen. Muchos esperan ser recibidos como lo haría una celebridad, solo porque tienen un pasaporte de una superpotencia y esa es la actitud equivocada.
Después de establecerme en China en julio de 2015 y haber trabajado durante unos tres meses, el primer feriado Nacional había llegado en octubre. Toda una semana de descanso por delante había sido suficiente para planificar mi primer viaje a la Gran Muralla China. Tenía que visitarla antes que el clima frío del invierno se acercara. Después de aquella experiencia, solo pude describir la visita como una experiencia maravillosa. Siempre he sido fanático del senderismo y el acampar al aire libre y esta fue una oportunidad perfecta en un lugar que pocos llegan a visitar durante su vida.
La experiencia permaneció en mi mente durante todo el año escolar y para las vacaciones de verano siguientes, ya estaba haciendo planes para regresar a la Gran Muralla. En aquella ocasión había acampado en una de las tantas deterioradas torres de vigilancia de una sección casi abandonada de la Gran Muralla en la provincia de Hebei, aproximadamente a 3 horas al norte de la capital Beijing.
En octubre de 2017, nuevamente después de viajar de Shanghái a Beijing en el tren bala durante aproximadamente 5 horas, mi novia y yo habíamos llegado cómodamente a la capital. Habíamos planeado nuestra estancia en un albergue cerca de la estación de autobuses, donde al día siguiente tomaríamos el autobús a la pequeña ciudad de Gubeikou. En aquel pueblo es el lugar donde una vez que te acercas a la ciudad, desde la autopista puedes ver la franja de la antigua muralla abandonada en las montañas. Para mí, aquellas montañas parecían llamarme para que las subiera y disfrutara de la tranquilidad que se puede sentir en ellas.
Después de planear la extenuante caminata de 4 horas justo después de llegar al pequeño pueblo, nuestro plan había cambiado. Las casi 3 horas en autobuses públicos nos habían dejado exhaustos; habíamos optado por pasar la noche en una pension en Goubeikou. La noche fue agradable. Después de dejar nuestras mochilas en la pension, salimos a caminar en busca de un lugar para cenar. Las opciones eran limitadas y nos habíamos conformado con comida local tradicional en un restaurante junto a la carretera principal. Después de la cena, continuamos caminando por la ciudad y nos fuimos a dormir temprano.
A la mañana siguiente, los amables dueños de la casa en la que nos habíamos quedado nos esperaban con un desayuno casero. Huevos cocidos, arroz blanco, verduras y tofu fermentado, junto con té. Era un desayuno ligero y suficiente para comenzar nuestra caminata montaña arriba hacia la torre de ladrillos que sería nuestro albergue durante las próximas dos noches. Habíamos empacado suficiente comida para la estadía planificada. Todo lo que necesitábamos era comprar suficiente agua para los días siguientes. Desde ese momento, el desafío había comenzado. Las dos botellas de 5 litros y tres botellas extras de 1.5 litros habían aumentado nuestra carga y peso increíblemente.
Nuestra caminata durante los primeros 2 kilómetros a cruzando la carretera y por una pequeña vecindad, pasando un puente hacia la montaña no había sido tan difícil. La parte difícil comenzó en el momento en que cruzamos el ferrocarril en el borde de la colina y en un terreno escarpado. Con suerte, el clima había demostrado estar de nuestro lado, lo suficientemente frío como para refrescarnos con algunas ráfagas de viento de vez en cuando durante nuestro ascenso. Mi novia nunca había subido a una montaña antes y la experiencia demostró ser muy desafiante para ella cada paso del camino.
A lo largo del ascenso, tuvimos que parar varias veces para descansar y rehidratarnos. En cada parada nos dimos cuenta que con cada paso la vista se volvía aún más sorprendente. Sin duda la ardua caminata valió la pena. Después de las casi 4 horas de caminata a través del pequeño camino rocoso y empinado como casi ningún otro al que me había enfrentado antes, finalmente habíamos llegado a nuestra casa en la naturaleza.
La atalaya que probablemente había visto muchas batallas desde su construcción y que podía contar una historia más larga que cualquier libro escrito alguna vez, en esa ocasión estaba vacía y disponible esperándonos. Desafortunadamente, no era un lugar que podíamos reservar en línea y la única forma de saber si sería posible que nos quedáramos allí era primeramente llegar y cerciorarnos personalmente. Si hubiese estado ocupada por otros excursionistas aventureros, la única solución era que continuáramos cuesta arriba hasta la siguiente atalaya con la esperanza de encontrar un área vacía para instalar nuestra tienda.
La experiencia había sido nuevamente increíble. Habíamos disfrutado del lugar único, donde no tan solo habíamos acampado, pero también habíamos disfrutado de una vista increíble y también gozado de una tranquilidad incomparable en un lugar que probablemente había sido punto de mucha violencia y batallas. Regresé a casa con una sensación de paz