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Panama City, Panama

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In the summer of 2010, I decided to go for a backpacking trip only by road from Panama City to Houston, Texas. The idea had begun sometime in 2009 after struggling to cope with a recent divorce that had changed my life drastically. Then, I felt the only solution to think clearly was to leave for a while in order to get my life back in track. The year 2009 had flown by and I felt at the border of sinking on a depression that only drinking binges seemed to temporarily help, but in fact, it was only making matters worse. I had to make a choice as my life seemed to find no way out of the situation I was in.

As a seasoned traveler, I had chosen to leave the country and spend as much time traveling by road during my summer vacation. I had purchased a one-way ticket from Houston, Texas to Panama City, Panama in Central America. I only had six weeks to make it back to the United States.

I arrived in Panama City in the month of July in 2010 and from there I would make my way up through Central America and through Mexico. Until then, I had never visited Panama and once I had landed in the capital, the scenery seemed very much like any Latin American country I had been to, but there was a big difference that I noticed in a matter of days. The people there seemed to live without much care for pretty much anything. To me, the Panamanian people in the capital looked very much like people in the coast of Colombia, very easy going and laid back.

During the days spent in Panama, particularly in the Capital I had gone to visit the city on foot, take pictures and talk to people that seemed friendly and approachable. Groups of people gathered at the local parks to play chess, have a good conversation with friends, read the news, or simply just enjoy the day. The first question I asked myself was where do these people work? It didn’t really matter, the important thing is that the majority of people I talked to seemed authentically happy with their lives and that was all that mattered.

Being at the capital city had to include a visit to the Panama Canal. It had been definitely worth learning some history of the relatively young country that had been separated from Colombia a little over 100 years earlier. The engineering wonder of little over 80 kilometers had been a nice sightseeing opportunity as the huge ships approached the entrance and the water was leveled for them to continue their journey from one ocean to the other (Pacific to Atlantic or Atlantic to Pacific). Apparently, the economy of the country then was quite stable and perhaps that was the reason the people seemed to enjoy a quiet relaxed life.

On my walks out on the capital city, I had also noticed the many Guna indigenous women roaming in the streets selling their handmade crafts called molas. These handmade pieces were really beautiful with their variety of colors and designs. The hardworking women all came from the north of the country to the capital for business and as a way to promote their culture as many visitors like me would not visit their towns.

I remember that as I approached one particular Guna woman in the capital who was selling her molas, the moment she saw me pull out my camera as covered her face she extended her hand and asked me for one dollar to take a picture with her, otherwise she would refuse. As I noticed she had some nice mola designs hanging on the wall, with my bargaining skills I told her I would buy a mola from her if a picture was included to which she had happily agreed.

My stay in Panama had been cut short once I had slightly changed my plans on the places to visit and various activities, including a scuba diving course of almost one week on the Caribbean island of Utila on the coast of Honduras.

I have vowed that my next trip to Panama will be longer, all with the purpose to get a more in-depth understanding of its people and culture.

La Ciudad de Panamá, Panamá

 En el verano de 2010, decidí emprender un viaje solo con mi mochila por carretera desde la ciudad de Panamá, Panamá hasta Houston, Texas, un viaje de unos 4,500 kilómetros. La idea comenzó en algún momento del año 2009 después de mi reciente divorcio que cambió mi vida drásticamente. Entonces, sentí que la única solución para pensar con claridad era irme por un tiempo para volver a encarrilar mi vida. El año 2009 había pasado volando y me sentí al borde de hundirme en una depresión que solo beber alcohol parecía apaciguar, pero, de hecho, solo empeoraba las cosas; tenía que tomar una decisión drástica ya que mi vida parecía no tener salida de la situación en la que me encontraba.

Como un viajero experimentado, había elegido dejar el país y pasar la mayor cantidad de tiempo viajando por carretera durante mis vacaciones de verano. Compré un boleto solo de ida desde Houston, Texas, a la ciudad de Panamá, Panamá, en América Central. Solo tenía seis semanas para completar el viaje y regresar a los Estados Unidos. Llegué a la ciudad de Panamá en el mes de julio de 2010 y desde allí me abriría camino hacia el norte a través de América Central y México.

Hasta entonces, nunca había visitado Panamá y una vez que había aterrizado en la capital, el paisaje se parecía mucho a cualquier país latinoamericano en el que había estado, pero había una gran diferencia que noté en cuestión de días. La gente allí parecía vivir sin mucho cuidado por casi nada. Para mí, la gente panameña en la capital se parecía mucho a la gente en la costa de Colombia, muy tranquila y relajada.

Durante los días que pasé en Panamá, particularmente en la capital, Salí a caminar, tomé fotos y hablé con personas que parecían amigables. Grupos de personas se reunían en los parques locales para jugar al ajedrez, tener una buena conversación con amigos, leer las noticias o simplemente disfrutar del día. La primera pregunta que me hice fue: ¿dónde trabajan estas personas? La respuesta no importaba, lo importante es que la mayoría de las personas con las que hablé parecían auténticamente felices con sus vidas y eso era algo que no había visto en muchos lugares.

Estar en la ciudad capital tenía que incluir una visita al Canal de Panamá. Definitivamente valió la pena aprender algo de la historia del país relativamente joven que se había separado de Colombia un poco más de 100 años antes. La maravilla de la ingeniería de poco más de 80 kilómetros había sido una buena oportunidad para presenciar cuando los enormes barcos se acercaban a la entrada y el agua era nivelada para que pudieran continuar su viaje de un océano a otro (Pacífico al Atlántico o Atlántico al Pacífico). Aparentemente, la economía del país entonces era bastante estable y tal vez esa fue la razón por la que la gente parecía disfrutar de una vida bastante relajada.

En mis paseos por la ciudad capital, también noté que muchas mujeres indígenas del grupo Guna vagaban por las calles vendiendo sus artesanías hechas a mano llamadas molas. Estas piezas hechas a mano eran realmente hermosas con muchas variedades de colores y diseños. Todas las mujeres trabajadoras venían a la capital para hacer negocios y también como una forma de promover su cultura ya que muchos visitantes como yo no la conocían o no visitarían sus ciudades nativas.

Recuerdo que cuando me acerqué a una mujer Guna que estaba vendiendo sus molas en la capital, en el momento en que me vio sacar mi cámara, mientras cubría su rostro, extendió la mano y me pidió un dólar para tomarme una foto con ella, de lo contrario ella se negaría. Cuando me di cuenta de que tenía algunas molas con diseños bonitos colgadas en la pared, con mis habilidades de negociación le dije que le compraría una mola si se incluía una imagen; ella había aceptado felizmente.

Mi estancia en Panamá se había interrumpido una vez que había cambiado ligeramente mis planes sobre los lugares a visitar y diversas actividades, incluyendo un curso de buceo de casi una semana en la isla caribeña de Utila, en la costa de Honduras.

Prometí que mi próximo viaje a Panamá sería más largo, todo con el propósito de aprender más de su gente y su cultura. Salí del país parte en bus y haciendo autostop hacia mi próximo destino, Costa Rica.

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