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Beijing's Li Qun Roast Duck

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For the past three years in China, I have had the pleasure to visit the capital of the country three times. Passing through the capital of China had been part of the route to hike, camp and visit the Great Wall of China on Hebei Province, a trip that doesn’t stop to amaze me each time. From the moment I arrived in this vast country, I learned that if you had to visit the Great Wall, it had to be outside of the capital area, where its remains are still greatly unspoiled by the masses of foreign or even local visitors.

The plans to get to the Great Wall have consisted on a 5-hour ride on the bullet train from Shanghai to Beijing, where after the quite comfortable trip, a stop in the capital for a night is a must before continuing north. Like most capital cities of the many countries I have visited, Beijing is a huge conglomerate of people which roam everywhere, at all times of the day. Needless to say, the capital of this huge country has some fascinating history and an endless list of places to explore and of course, great places to eat.

Our plan had been traced out. After arriving in the capital, around 4:00 pm and settling at the hostel, going out for dinner, play a game of pool, a couple of beers and going early to bed was important in order to have the necessary strength to hike almost 4 hours up a mountain with our backpacks the next day. After our hike and camp for a couple of days at the Great Wall had ended and once again we had enjoyed the incredible views, we had returned to the capital for a full day of exploring and sightseeing.

It had been on that occasion, during the second trip to the capital that we planned to visit the worldwide famous place for serving the best roast duck in town, the Li Qun Roast Duck Restaurant. I had heard so much about this place and until then, I simply had not had the right opportunity to try the dish. I had watched the episode of Parts Unknown on this place and never thought much about it. On this occasion, it was clear that we would not leave Beijing unless we had the dish that claims to be best prepared in that city.

Finding the place itself was an adventure. As we got off the taxi, to me walking through a neighborhood did not seem to be a place for a restaurant that had so many people talking. After a short walk through an alley, I knew it was the right place by noticing at least 40 people standing and some sitting outside of the place. As it is said, “where you find locals making a line to eat, that’s where the good stuff is at”. The waiting time just to get a shared table with other 6 people at the Li Qun Roast Duck Restaurant had taken over an hour and a half. I thought it was ridiculous, but if locals were willing to do it, then it must be worth it.

After standing for quite a while, we had managed to get a small stool to continue our wait, then suddenly we were called into our table. The service was quick and even somewhat synchronized by the staff that seemed all too busy with their tasks. As soon as we sat down, the menus were handed out and within minutes of making a choice, the dishes of sides began to arrive along with our drinks.

The smell of the place was pleasant and although very crowded, it felt as though we were in for a feast, I thought it would be anyway. The roasting ducks were at sight from our table and my mouth was watering. During the next 15 or 20 minutes, in my mind, I could imagine a whole duck being served on the table for us to dig in. When the moment came, our waiter brought plates of sliced duck meat, which seemed a bit odd at first. Right then I knew there would not be an entire duck in front of me as a typical roasted chicken is served. I was somewhat unhappy about it. On this occasion, there would not be bones to grab and savor to the last bit of flavor; the feeling of being in control of my food would not be present.

The meat was tender and somewhat tasty, particularly the crispy skin of the duck was very nice.   After we had finished our meal, the synchronized and somewhat robotic sensation of being in a place where customers are mere numbers had avoided me to feel comfortable during the visit. When the waiters had noticed we had finished with our food and noticed we would not order anything else, we felt our departure was much expected as they quickly cleared our table to give the turn to the other waiting customers outside. I walked out of this place with my stomach satisfied, but somewhat unhappy that even though it is claimed to be a great place to enjoy roasted duck, it lacks the feeling of a real quality restaurant.  The welcome at arrival was non-existent, customers are expected to stand on an alley for over an hour with dogs roaming around, a stinky public bathroom near the location, all to then be unable to have a meal where I can take my time to enjoy it.

Link to the episode of Parts Unknown:

El famoso pato rostizado de Pekín

Durante los últimos tres años en China, he tenido el placer de visitar la capital de este inmenso país tres veces. Pasar por la capital de China había sido parte de la ruta para ir de excursión, acampar y visitar la Gran Muralla de China en la provincia de Hebei, un viaje que no deja de sorprenderme. Desde el momento en que llegué a este país, aprendí que, si tenías que visitar la Gran Muralla, tenía que ser fuera de la zona de la capital, donde sus restos aún no han sido contaminados por las masas de visitantes extranjeros o incluso los locales.

Los planes de nuestros viajes para llegar a la Gran Muralla China han consistido en un viaje de 5 horas en el tren bala de Shanghái a Pekín, donde después de un viaje bastante cómodo, una parada en la capital por una noche es imprescindible antes de continuar hacia el norte. Al igual que la mayoría de las ciudades capitales de los muchos países que he visitado, Pekín es un gran conglomerado de personas que deambulan por todas partes, en todo momento del día. Queda demás decir que la capital de este gran país tiene una historia fascinante y una lista interminable de lugares para explorar y, por supuesto, excelentes lugares para comer.

Nuestro plan había sido trazado con antelación. Después de llegar a la capital alrededor de las 4:00 p.m. e instalarnos en el albergue, salir a cenar, jugar al billar, un par de cervezas e ir temprano a la cama era parte importante para tener la fuerza necesaria para al día siguiente poder viajar 3 horas más y después caminar casi 4 horas cuesta arriba en una montaña con nuestras mochilas. Después de que nuestra caminata y campamento durante un par de días en la Gran Muralla había terminado y una vez más habíamos disfrutado de las increíbles vistas, la tranquilidad y la emoción de tan solo poder tener la oportunidad de dormir en un lugar con tanta historia, habíamos regresado a la capital para un día completo de exploración y turismo.

En esa ocasión, durante el segundo viaje a la capital, planeamos visitar el restaurante, conocido y famoso en todo el mundo donde sirven el mejor pato asado de china, el restaurante Li Qun Roast Duck. Había escuchado mucho sobre este lugar y hasta entonces, simplemente no había tenido la oportunidad de probar este platillo. Había visto el episodio de Parts Unknown sobre este lugar y nunca me había llamado mucho la atención. En esta ocasión, estaba claro que no volveríamos a casa sin probar el pato rostizado, en el lugar que dice ser el mejor preparado en el país.

Encontrar el lugar en sí fue una aventura. Cuando bajamos del taxi, para mí caminar por un vecindario cualquiera, no parecía ser un lugar para un restaurante que tenía a tanta gente hablando. Después de una breve caminata por un callejón, supe que era el lugar correcto al ver por lo menos a 40 personas de pie y algunas sentadas fuera del lugar. Como se dice, “donde encuentras a los locales haciendo una fila para comer, ahí es donde está lo bueno”. El tiempo de espera para conseguir una mesa compartida con otras 6 personas en el restaurante Li Qun Roast Duck había durado más de una hora y media. Pensé que era ridículo, pero si los lugareños estaban dispuestos a hacerlo, entonces debía valer la pena.

Después de estar de pie por un tiempo, habíamos conseguido un pequeño taburete para continuar nuestra espera, y de repente nos llamaron a nuestra mesa. El servicio fue rápido e incluso algo sincronizado por el personal que parecía demasiado ocupado con sus tareas. Tan pronto como nos sentamos, se repartieron los menús y a los pocos minutos de hacer una elección, los platos de los aperitivos comenzaron a llegar junto con nuestras bebidas.

El olor del lugar era agradable y, aunque estaba muy lleno, parecía como si estuviéramos en un banquete. Los patos estaban a nuestra vista desde nuestra mesa rostizándose lentamente, mientras que mi boca estaba salivando. Durante los siguientes 15 o 20 minutos, en mi mente, podría imaginar un pato entero servido en la mesa. Cuando llegó el momento, nuestro camarero trajo platos de carne de pato en rodajas, lo que pareció un poco extraño al principio. En ese momento, sabía que no habría un pato entero frente a mí, de la forma que se sirve un típico pollo asado. Estaba algo descontento y desilusionado con eso. En esta ocasión, no habría huesos para agarrar y saborear hasta el último bocado; la sensación de tener el control de mi comida no estaría presente en ese momento.

La carne era tierna y algo sabrosa, especialmente la piel crujiente del pato fue muy agradable. Después de haber terminado nuestra comida, la sensación sincronizada y algo robótica de estar en un lugar donde los clientes son meros números había evitado que me sintiera cómodo durante la visita. Cuando los camareros se dieron cuenta de que habíamos terminado con nuestra comida y notaron que no íbamos a pedir nada más, sentimos que nuestra partida era muy esperada, ya que rápidamente despejaron nuestra mesa para llamar al siguiente grupo de clientes que esperaban afuera. Salí de este lugar con el estómago satisfecho, pero un tanto descontento porque a pesar de ser llamado el mejor lugar para disfrutar del pato asado de Pekín, le faltaba la sensación de ser un restaurante de verdadera calidad. La bienvenida al llegar fue inexistente, los clientes esperaban en un callejón durante más de una hora con perros deambulando alrededor de unos tarros colmados de basura, un baño público apestoso cerca de la ubicación, todo para luego no poder tener una comida donde pueda tomarme mi tiempo para disfrútarlo.

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